Ciudadano de primera, veraneante de zona pija, papa intachable y prepotente sin complejos.
El tipo entra acompañado de sus retoños, sonriente, relajado. Su piel acariciada por el sol de la montaña, camisa abierta, lozanía y gafas de sol en la cabeza.
Se acerca con su niña de la mano, sonríe y saca su brillante billete de 500 Euros de la cartera, dándose la importancia que merece semejante papel morado.
Quiere cambio, cuando se tiene dinero (o se presume de ello) hay que bajar al mundo de los mortales y jugar con sus cromos. Silvia sonríe y me mira, buscando respuesta. Amablemente le pregunto si es cliente de nuestra entidad. El payo niega y solicita de nuevo su cambio, pero debo informarle que está prohibido cambiar billetes de tal tamaño según directiva del Banco de España.
Que dius ara! Que no pots? No señor, lo siento mucho, pero no podemos darle azules o naranjas, ni tan siquiera verdes por esa especie de postal de lujo. Guayabo altanero, comienza a soltar retahíla sobre "servicio" y "atención al cliente", se enoja en su explicación y su voz se vuelve desafiante.
Son las normas, señor, como usted las tiene en su trabajo, yo tinc las mevas y he de cumplirlas. No le gustan mis palabras, su gesto le delata y se marcha, susurrando bajezas sobre ratas de bancos....
"Vete a la mierda cabrón, vienes aquí que ni siquiera es tu banco, te digo que no se puede, te importa un rábano, te enfrentas y me afrentas, que te den por el culo, coge tu jodido billetito vete a otra puta entidad y solicita lo que nosotros te negamos. Pero no vengas a joderme, no me des el día y no me toques los huevos, que tengo molta feina y payasos como tú me sobran". Es evidente que el circunspecto "pastanaga" había salido de la oficina, pero es tan agradable desahogarse, aunque sea de manera tan cobarde....
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