martes, 3 de abril de 2007

CON DOS DÍAS SOBRA

Mi madre siempre recuerda a un pequeño Rubén diciendo que terminaría tocando en una cofradía al ver pasar aquellos ruidosos capirotes, el cruel destino me deparó una bandurria y un montón de tíos con trajes ridículos a mi lado.
Zaragoza siempre merece una visita, pero estos días especialmente. Las habrá mejores y más fervorosas, pero la Semana Santa en mi tierra, tiene algo distinto que la hace especial y diferente.
Nadie debería perderse el encuentro de “La Dolorosa” en la Plaza del Pilar, las “7 palabras” llenando la calle Alfonso o la solemnidad del “Silencio” por el Coso. Pero no puedo evitarlo, como en todo en la vida, los colores me pierden, y los míos son los de La Piedad.
Es simplemente impresionante verles cerrar o abrir en San Cayetano, escuchar las voces desagarradas de tambores y timbales ante su Virgen, las palabras nunca alcanzan a los sentimientos, así que estáis todos invitados.
Durante la visita prometo llevaros a deleitaros a la Plaza Santa Marta o San Miguel, que siempre resulta un complemento inmejorable. Sobre el tapeo, prometo escribir otro día.

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