domingo, 10 de febrero de 2008

RETO CONSEGUIDO

Como os comenté hace un mes casi, mi tercer encuentro con el deporte rey hivernal, acabó con cuatro puntos en mi cabeza (lo cual me hace preguntarme si fueron a favor o en contra). Aquella pista larga, como un día sin pan, de Puimorens hizo desfallecer mi intención de aprender a deslizarme por montañas nevadas, aunque fuera a los 28, ahora ya 29.
El caso es que tras una semana de recuperación y tirantes puntos. Analicé la situación, y decidí no rendirme. Aunque al tocarme el "cebollo" y repasar los daños, daban ganas de echarse atrás, que como bien dice mi amigo Tronch, "un cobarde vale para dos guerras" (que gran frase, aunque no sea del gran pueblo chino).
Hoy era el gran día, sueño reparador y buen desayuno (como si nos jugáramos la copa vamos), coche, treinta kilómetros, y tras doblar una esquina, allí estaba, desafiante, radiante, bella incluso, mi retadora bajada.
Skis, cerca de diez minutos de telesilla, y al suelo, Maribel no calculó bien la salida y sólo pude pensar ¡vaya comienzo, chico!. Bajé como si os acordáis, Jesús y yo dimos la primera vuelta en los karts de mi despedida, chicos y chacos me adelantaban, pero yo solo pensaba en el final triunfante, al pasar por donde mordí la nieve las piernas me temblaron, sin embargo allí estaba, de nuevo al pie del telesilla, había triunfado.
Un pequeño paso para el hombre, una gran hostia para el recuerdo.

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