No se muy bien en qué momento de la vida, parece que te subes a una noria, donde el tiempo gira tan deprisa que apenas recuerdas lo que ha sucedido y parece que todo pasa corriendo, el tiempo se te escapa de las manos, y das la vuelta al calendario sin ni siquiera poder "disfrutarlo", aunque siendo positivos también las cosas malas pasan antes. ¿Y a qué viene semejante monólogo?, pues no se, supongo que pensaba en voz alta...
La semana pasada la pasé entre la capital del reino y la vuelta a casa. En Madrid estuve en un curso de formación, que siempre es interesante (aunque soy de los pocos que se alegran cuando reciben una convocatoria, cuestión de gustos) y más cuando me permite disfrutar con mi amigo Jesús de una cena, una copa y mucha conversación, él sabe que le echo de menos, aunque en la distancia las cosas se fortalecen...
Después vuelta a la oficina, y el trabajo, que cuestión de ciencia inexplicable, parece multiplicarse cuando uno permanece fuera. Casamos a Martín y a Eva (que mañana disfrutarán de su merecido viaje a la romántica Venecia) y finiquité la semana limpiando papeles trabajando el sábado por la mañana y comiendo calçots (una especie de cebolla que untada en salsa romescu, se convierte en la reina culinaria en estos lares y en estas fechas).
Mañana volveremos a quitarle días al año y para variar seguiremos viendo cómo la "puta crisis" se convierte en el centro de nuestras vidas...más de lo mismo...
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