No recuerdo muy bien que mes era, pero no hacía excesivo frío, unos cuantos "ilusos" llevaban chalecos fosforescentes naranjas (madre mía, que imaginación la de algunos para ganar un Congreso) y 42 votos hicieron que mi vida cambiara por completo. Aquel día decidí que mi destino estaba en otra parte, no por cobarde, si no porque hay veces en la vida que símplemente debes de entender que un ciclo se ha acabado.
Hoy he tenido la misma sensación, un "puñado" de buena gente se jugaba el ser o no ser en una elección de compromisarios. Hoy, como aquel día de aquel mes que no recuerdo, he visto demasiada gente que si tiene carnet no lo utiliza (seguramente ni lo pague) acude sumisa al calor de una mentira fabricada, he visto las mismas malas maneras, los mismos gestos, las mismas palabras, que aquel lejano y penoso día en la Zaragoza que ajustició un partido.
Hoy he visto sufrir a quien entiende la política como un servicio y no como un fin (discursos creativos a parte), los he visto decepcionarse por sentir como algo por lo que sólamente ellos han luchado parecía desmorarse y los he visto desesperarse a cada minuto que pasaba sin la esperanza de que lo justo fuera lo necesario.
Hoy sin embargo, por 4 votos, cuatro, han ganado los buenos...y para variar, yo iba con ellos...
2 comentarios:
Rubén, por lo pelos, pero el destino nos ha regalado justicia.
Un abrazo machote.
Rubén, no hay buenos ni malos, todos somos del PP.
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