
Y así lo pienso, aunque quizás leer el libro de María San Gil este verano me hecho recordar porqué me afilié y porque militaba en el partido que lo hacía.
Amén de pertenecer a una generación que descubrimos la política a base de escándalos del final del felipismo, lo que más removió mi conciencia, y hoy en día sigue haciéndolo, para dar el paso, fue observar como una parte de mi país vivía bajo la amenaza terrorista, y pese a la falta de libertad y la presión social, un puñado de jóvenes políticos intentaban sacar adelante un proyecto que liberara al País Vasco del nacionalismo obligatorio imperante.
Así, el asesinato de Gregorio Ordoñez primero y posteriormente el de Miguel Ángel Blanco se convirtieron en los hechos determinantes para mi entrada en política en un sitio tan amable para ejercerla como Aragón.
Después de leer la experiencia vital de alguien que tomó su relevo, defendió la libertad como valor primordial y abandonó el ejercicio cuando vio traicionados sus ideales, tengo la sensación de hacer hecho paces con mi pasado, y después de lo vivido, bienvenido sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario