Como os he dicho anteriormente la carretera estaba de aquella manera, así que unido a salir tarde, eran las 12 de la noche cuando llegábamos al Hotel. El homenajeado, llevaba más de tres horas de espera, y una caja con la friolera de 12 latas vacía, te hacían comprender que el hecho de que le brillaran los ojos, no era únicamente de alegría (que también espero).
Tras el reparto de habitaciones, donde Frasco hizo un amago (finalmente fallido) de arruinarnos la pulcritud al Chamo y un servidor, nos fuimos a recorrer la ciudad. Y como era tarde pasó todo rápido: bar, copa, un poco queso, copa, otro bar, risas, un tío que nos invitaba, copa, un cigarrito, otra copa, otro bar raro, más risas, una copita y aquello que se cierra, discoteca, medio baile, última copa y fin de fiesta. Rápido pero intenso, así que lo comprobé al despertarme con una "ligera" resaca.
Apuré en la cama cuanto pude, y la cosa a mi lado no estaba mejor, porque Jesús que es amigo del madrugar (extraña amistad que comparte con mi amigo Tronch) tras la noche de fiesta, estaba con las sábanas hasta la cara. Y así esperamos a que llegaran los cinco que faltaban para "adornarla". Fuimos a comer y después nos encaminamos a jugar al Paintball (tarde pa´no variar) y por el camino recibimos una de esas noticias que hacer concebir que algo funciona en el universo. Llovía, los cuerpos se resentían y correr por la montaña mientras te "atizan" con bolazos de pintura no era lo que más apetecía, entonces nos comunicaron los organizadores que tenían un problema técnico, una pena vamos.
Concebí esperanzas de haber convencido a la "turba" de visitar la Ciudad Encantada (la de verdad), pero pronto entendí que mentirse a uno mismo estaba feo, y que la cabra tira al monte, así que como no podía ser de otra manera, terminamos por "invertir" el dinero ahorrado por el Paintball, recorriendo las calles de un Mercadona y llenando el mismo de botellas de colores reconocibles, y que creí reconocer como los culpables de la fiesta de la noche anterior y el sufrimiento de esa misma mañana. Esos colores....esas botellas...algo pasaba...
Tras el reparto de habitaciones, donde Frasco hizo un amago (finalmente fallido) de arruinarnos la pulcritud al Chamo y un servidor, nos fuimos a recorrer la ciudad. Y como era tarde pasó todo rápido: bar, copa, un poco queso, copa, otro bar, risas, un tío que nos invitaba, copa, un cigarrito, otra copa, otro bar raro, más risas, una copita y aquello que se cierra, discoteca, medio baile, última copa y fin de fiesta. Rápido pero intenso, así que lo comprobé al despertarme con una "ligera" resaca.
Apuré en la cama cuanto pude, y la cosa a mi lado no estaba mejor, porque Jesús que es amigo del madrugar (extraña amistad que comparte con mi amigo Tronch) tras la noche de fiesta, estaba con las sábanas hasta la cara. Y así esperamos a que llegaran los cinco que faltaban para "adornarla". Fuimos a comer y después nos encaminamos a jugar al Paintball (tarde pa´no variar) y por el camino recibimos una de esas noticias que hacer concebir que algo funciona en el universo. Llovía, los cuerpos se resentían y correr por la montaña mientras te "atizan" con bolazos de pintura no era lo que más apetecía, entonces nos comunicaron los organizadores que tenían un problema técnico, una pena vamos.
Concebí esperanzas de haber convencido a la "turba" de visitar la Ciudad Encantada (la de verdad), pero pronto entendí que mentirse a uno mismo estaba feo, y que la cabra tira al monte, así que como no podía ser de otra manera, terminamos por "invertir" el dinero ahorrado por el Paintball, recorriendo las calles de un Mercadona y llenando el mismo de botellas de colores reconocibles, y que creí reconocer como los culpables de la fiesta de la noche anterior y el sufrimiento de esa misma mañana. Esos colores....esas botellas...algo pasaba...
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