Hacía muchas semanas que quería contaros las peripecias de mi cuñado Arcadio, pero por unas cosas u otras...el caso es que esta semana he vuelto a acordarme y espero que os parezcan tan divertidas como a mi, porque juro sonreirme todavía al recordarlas.
Un sábado mientras Arcadio se quedaba leyendo, Pilar decidió dar una vuelta para "muestrear" las tiendas de cualquier gran superficie, aquel mismo día habían quedado en ir a comer a casa de quienes hoy son mis suegros. La hora de comer se acercaba y el nerviosismo se apoderaba de mi cuñado (parte por la impuntualidad patologíca de Pili y parte por la ansiedad que dispone cuando su estómago da la hora de comer). Arcadio tuvo la duda entonces, si realmente habían quedado en que se veían en su casa, o en la de sus suegros, y como Pilar se había dejado el móvil en casa decidió llamar a casa de sus padres para asegurarse que no estaba en un error.
Lo más complicado fue llegar hasta la agenda del teléfono (porque desconocía el número de sus suegros), una vez que comprendió que el "libro" aquel dibujado en la pantalla contenía números, interpretó que donde ponía CASA, sería el número de teléfono de sus suegros, así que contento por su hazaña lo marcó. Cuando estaba en el primer tono, suena el teléfono fijo de su casa, y convencido que sería Pilar descuelga el teléfono, mientras cuelga el móvil, y su sorpresa es que tras dos ¿dígame? allí no contestaba nadie.
Por segunda vez volvió a marcar el número y al segundo tono vuelve a sonarle el fijo. De nuevo esperando que fuera Pilar indicándole su posición, coge el fijo y suelta el móvil, para volverse a encontrarse sin respuesta al otro lado del teléfono.
Mosqueado por la situación, con el estómago vacío y sin noticias de su mujer. Vuelve a marcar el móvil esperando saber si tenía que moverse de casa o seguir esperando con los nervios a flor de piel. Vuelta a marcar y vuelve a sonar el fijo, tira el móvil, y mosqueado coje de mala hostia el fijo considerando que le estaban tomando el pelo, de nuevo nadie contesta al otro lado del hilo telefónico.
En ese momento y sentado en la silla, comprende la situación y decide seguir esperando, porque por mucho que se empeñe en llamar, sólo él mismo podrá contestarse....
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