Cataluña posee sobrados encantos, desde la belleza de Gerona, pasando por el dulce paladar del “mel i mato” hasta llegar a la admirable tenacidad y capacidad de negociación de sus gentes.
En el plano de la política, esta tierra también tiene aspectos que te hacen saborear la amplia diversidad de las tendencias, sus particularidades, diferencias y compromisos (naturalmente si te gusta y este es mi caso). Encuentras en el espectro desde la más extrema izquierda a la derecha más reaccionaria, pasando por todo tipo de acepciones independientes (en el caso de elecciones municipales) hasta el extenso y desconcertante mundo del Nacionalismo. Y esto indica que la salud democrática está garantizada, al menos en la posibilidad de elección.
En el plano de la política, esta tierra también tiene aspectos que te hacen saborear la amplia diversidad de las tendencias, sus particularidades, diferencias y compromisos (naturalmente si te gusta y este es mi caso). Encuentras en el espectro desde la más extrema izquierda a la derecha más reaccionaria, pasando por todo tipo de acepciones independientes (en el caso de elecciones municipales) hasta el extenso y desconcertante mundo del Nacionalismo. Y esto indica que la salud democrática está garantizada, al menos en la posibilidad de elección.
Sin embargo todo este abanico de opciones, han permitido que suceda en la sociedad un hecho insólito, a mi modo de entender la libertad de expresión, como es la connotación negativa que conlleva pronunciar España. Produciendo por tanto su eliminación del lenguaje público, a riesgo de ser tachado de cualquier barbaridad al uso.
Lo correcto políticamente es hablar de Estado Español (por otra parte cometiendo un error histórico, al tratarse de una definición introducida por el régimen franquista, para intentar dotar mediante el lenguaje, de una inexistente democracia de cara a la galería). En este caso la intención es bien diferente, poner fuera de circulación un “sustantivo” por tratarse de un imaginario enemigo de los intereses catalanes.
El día que entendamos que España, es hablar de la construcción de un edificio de intereses comunes, que nos benefician a todos por igual, y que se trata de un paso previo al de una comunidad más amplia y necesaria para el futuro como es Europa, habremos dado un gran paso para erradicar los miedos y las discrepancias. El problema es que a muchos, toda esta controversia les suponen votos y poder, y esa es harina de otro costal.
Lo correcto políticamente es hablar de Estado Español (por otra parte cometiendo un error histórico, al tratarse de una definición introducida por el régimen franquista, para intentar dotar mediante el lenguaje, de una inexistente democracia de cara a la galería). En este caso la intención es bien diferente, poner fuera de circulación un “sustantivo” por tratarse de un imaginario enemigo de los intereses catalanes.
El día que entendamos que España, es hablar de la construcción de un edificio de intereses comunes, que nos benefician a todos por igual, y que se trata de un paso previo al de una comunidad más amplia y necesaria para el futuro como es Europa, habremos dado un gran paso para erradicar los miedos y las discrepancias. El problema es que a muchos, toda esta controversia les suponen votos y poder, y esa es harina de otro costal.
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