
Tan liado fuí en Marzo que se me olvidó por completo comentar lo del "fiasco" de Caja Castilla-La Mancha. Y digo fiasco, porque las autoridades competentes (para que no me llamen demagogo) no fueron capaces de darle vida a un muerto que llevaba demasiado tiempo dando síntomas de irse directo al hoyo.
Se que el ciudadano de a pie no entiende los terribles beneficios de las entidades financieras, que nos faltan calificativos para describir la sangría de "nuestros dineros" y los pocos escrúpulos de aquellos que trabajamos en ellas. Y lo se porque hubo un tiempo donde yo también lo pensaba.
Que ha existido una gestión nefasta en los últimos, digamos, 10 años en la banca (cajas incluídas) en el mundo entero sería hablar sobre sabido. Y que aquellos lodos nos han traído estos barros. Pero nadie dijo que el sistema era infalible, nadie en su sano juicio podía pensar que era sostenible y por tanto sería injusto decir ahora que el capitalismo ha muerto.
El gran problema (hablando de España) es que existen unas entidades que disponen de un capital social (transparente y tangible) que responderá en todo caso de una posible "cagada" de su staff directivo y existen otras que se encuentran en manos de participantes que terminan en la mayoría de los casos de ser entidades públicas o instituciones del mismo signo. Y esto es un problema porque, además de servir a intereses (en muchas ocasiones) puramente políticos, no disponen de unos recursos que respalden sus inversiones.
Así mientras el GranHermanoInterbancario lo financiaba todo, mientras inundábamos nuestras calles de Sucursales y dábamos alas al Inmobiliario como paradigma de rentabilidades y volúmenes todo fue maravilloso. Hoy cuando la mora se disfraza mediante refinanciaciones, cuando el mercado no abre el grifo y cuando la desconfianza se adueña de clientes y proveedores....la mierda sale a flote....
Podríamos decir que son unos inútiles, que las ramas no dejaron ver el bosque y que bien empleado les está por vampiros insaciantes, y sin embargo, nos equivocaríamos.
La hemos cagado, pero bien cagada, así que busquemos soluciones, dejemos que las instituciones intervengan y cuando pase la tormenta, nos sentamos, hablamos y fijamos unas reglas del juego entendibles, factibles y medibles para que nada de lo sucedido se repita.
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