No todo son tapas, así que sería injusto que pensárais que nos fuimos única y exclusivamente por el placer de ponernos redondos de comer, en realidad y aunque en mi primera entrada no lo pareciera, las tapas eran la excusa, la finalidad la Alhambra.
Si las cinco horas que estuvimos en el recinto (y prácticamente todo el día) lo pasamos bajo paraguas y viendo como la lluvia estropeaba (por lo menos molestaba) tan magnífico paraje, el lunes nos sonrió el sol, veintiseis grados que invitaban a caminar por el Albaicín.
Antes visitamos la Catedral y prometo que la entrada (manía de cobrar por visitar templos) mereció la pena, después calles empinadas, casas blancas y hippyes por doquier. Porque si algo sorprende es la cantidad de "perroflautas" que andan por la capital Granaina.
El albaicín es uno de esos barrios únicos, que corona el mirador de San Nicolás, de frenta a la Alhambra, el cielo claro, el sol y las vistas....lo dicho, único.
Pero todo tiene un final, así que dimos un repaso algún "tugurio" más, corre que te pillo, al hotel, las maletas, autobús, avión y vuelta a la realidad.....aunque es la recompensa es una semana de cuatro días, que no es poco....
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