
Pero todos, Maragall, Mas y Zapatero, el PSOE entero sabía que más en un buen "cepillado", como recomendó Guerra, lo que necesitaba semejante texto era una reordenación necesaria por inviable, por incompatible y por inverosimil.
Así que, ya sea por interés político, o público, no tan solo el PP, sino que algunas comunidades (entre ellas mi tierra) y el Defensor del Pueblo llevaron el asunto ante el Tribunal Constitucional.
Y allí empezó la vergüenza nacional. El Constitucional, como casi cualquier órganos judicial, tienen cuanto menos mi duda respecto a la independencia del poder legislativo, y es que cuando los segundos nombran a los primeros, uno tiene dudas de si tiene que ver la trayectoria profesional o más bien la personal, porque nadie dudará que....mejor uno de los nuestros....
Tres años de vista en vista, tres años de un gobierno socialista en cierto declive y sin agallas para afrontar una decisión que tocaría de muerte a uno de sus principales graneros de votos, pero tan difícil se puso la situación, tan insostenible (y me refiero a lo económico) que al más puro estilo "sociata" mejor correr una buena cortina de humo, vestida de Estatut, a costa de hundir a su marca catalana (dada la proximidad de las autonómicas), pero buscando "fuego amigo" para distraer la tormenta....llamadme mal pensado....
Y el Nacionalismo, y una sociedad cautiva que tiene miedo a ser señalada, vio en la sangre su alimento, vio la herida necesaria para sumar causas, ERC viendo su tabla de salvación ante un más que probable caída libre, y CIU abanderando de nuevo la equidistancia (ahora cabreada) con un Estado con el que no saben cómo quieren relacionarse.
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