martes, 15 de julio de 2008

UN GRAN DÍA

Uno va notando que pasa el tiempo, que los años no perdonan cuando se pasa un "ligeramente" el fin de semana. El hecho es que es martes y mi cuerpo todavía se siente "arrinconado", reacciona con lentitud y mi cerebro se niega a trabajar (que siendo un tío, tampoco es que más allá de trabajo, tetas, fútbol...).
Como os contaba la semana pasada, la princesa ha llegado a esa edad que parece que todo el mundo mira como "el salto al vacío", el final de la época dorada, y la llegada de responsabilidades y obligaciones (aunque como todo, excepciones haya). Si, los 30.
Y como mi señora, sólo los cumplirá una vez, decidí que esta vez y sin que sirva de precedente, debía convertirme al "detallismo" y organizar algo que por lo menos compense algunas de mis "grandes cagadas" al estilo entrega de anillo....
Pasé una semana llamando a todo bicho viviente cuyo nombre me sonó al "cotillear" su móvil una madrugada, conseguí sus e-mails y les bombardeé con peticiones de asistencia, horas y lugar de quedada etc..., intenté cuadrar alimentos y bocas a alimentar, mientras mi cuñada me "introducía" el temible virus "nos va a faltar comida".
Mentí durante una semana entera, elegí a mi antojo limpiar la casa nueva (que sin limpiar sigue) para poder montar un poco la historia, compré a escondidas, y reservé y pedí que lo hicieran por mí para que todo saliera perfecto.
Llegó el sábado y cerca de las cuatro de la tarde se me ocurrió, que pasar la tarde en la playa, favorecería el hecho de no estar en Mataro (pudiendo evitar que Maribel sospechara) y que pasaran las horas más rápidas (para evitar mis nervios), pero paradojas del destino se echó a llover (cualquier día me llamarán para hacer procesión en cualquier pueblo perdido, visto lo visto). Total que volvimos a casa, Marible decidió que me "tragara" una bonita película de esas que te vuelves loco para entenderla y cuando lo haces símplemente estás aburrido del primer esfuerzo. Os juro que el reloj no corría, ducha, telediario, lluvia y la gente que no llegaba (luego comprendí que si a casa se llega por Mataro Oeste y pones Mataro Sur en el mapa que orienta al personal...).
LLegamos a casa de Pili, salió al balcón y unas decenas de paraguas (con muchos amigos debajo) gritaron ¡Felicidades!. Sólo verla, merecieron la pena, los nervios, la tensión y la angustia que había pasado.
Muchas gracias a TODOS por venir...porque símplemente fue MARAVILLOSO.

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