Uno va notando que pasa el tiempo, que los años no perdonan cuando se pasa un "ligeramente" el fin de semana. El hecho es que es martes y mi cuerpo todavía se siente "arrinconado", reacciona con lentitud y mi cerebro se niega a trabajar (que siendo un tío, tampoco es que más allá de trabajo, tetas, fútbol...).
Como os contaba la semana pasada, la princesa ha llegado a esa edad que parece que todo el mundo mira como "el salto al vacío", el final de la época dorada, y la llegada de responsabilidades y obligaciones (aunque como todo, excepciones haya). Si, los 30.
Y como mi señora, sólo los cumplirá una vez, decidí que esta vez y sin que sirva de precedente, debía convertirme al "detallismo" y organizar algo que por lo menos compense algunas de mis "grandes cagadas" al estilo entrega de anillo....
Pasé una semana llamando a todo bicho viviente cuyo nombre me sonó al "cotillear" su móvil una madrugada, conseguí sus e-mails y les bombardeé con peticiones de asistencia, horas y lugar de quedada etc..., intenté cuadrar alimentos y bocas a alimentar, mientras mi cuñada me "introducía" el temible virus "nos va a faltar comida".
Mentí durante una semana entera, elegí a mi antojo limpiar la casa nueva (que sin limpiar sigue) para poder montar un poco la historia, compré a escondidas, y reservé y pedí que lo hicieran por mí para que todo saliera perfecto.
Llegó el sábado y cerca de las cuatro de la tarde se me ocurrió, que pasar la tarde en la playa, favorecería el hecho de no estar en Mataro (pudiendo evitar que Maribel sospechara) y que pasaran las horas más rápidas (para evitar mis nervios), pero paradojas del destino se echó a llover (cualquier día me llamarán para hacer procesión en cualquier pueblo perdido, visto lo visto). Total que volvimos a casa, Marible decidió que me "tragara" una bonita película de esas que te vuelves loco para entenderla y cuando lo haces símplemente estás aburrido del primer esfuerzo. Os juro que el reloj no corría, ducha, telediario, lluvia y la gente que no llegaba (luego comprendí que si a casa se llega por Mataro Oeste y pones Mataro Sur en el mapa que orienta al personal...).
LLegamos a casa de Pili, salió al balcón y unas decenas de paraguas (con muchos amigos debajo) gritaron ¡Felicidades!. Sólo verla, merecieron la pena, los nervios, la tensión y la angustia que había pasado.
Muchas gracias a TODOS por venir...porque símplemente fue MARAVILLOSO.
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