miércoles, 27 de agosto de 2008

EL ABUELO Y LAS NORMAS

Desde que volví de vacaciones estoy disfrutando de unos relajados días de trabajo, que es toda una novedad en la oficina. Cierto es que tan sólo es la tercera, pero tengo la sensación que tiene que ser muy difícil que exista otra como la de Rubi O.P, por volumen de trabajo (nueve polígonos industriales ayudan), como por tipología de operaciones (aquí todo es posible).
Pero el hecho es que esta semana he podido salir relativamente pronto. Hoy mismo no eran ni las cinco de la tarde. La calle donde se encuentra la sucursal es la "columna vertebral" del centro de la ciudad y desde hace un par de meses el ayuntamiento ha decidido poner en marcha un proyecto para peatonalizar la misma (Illa de vianants, o isla de viandantes en castizo).
Y para tal propósito, una "legión" de "informadores" cierran los accesos con vallas, y has de ir a la policía para que te den una etiqueta si es que tienes que acceder a dicha Isla, como es mi caso (de no ser por el parking, moriría en el intento de combinar visitas a clientes y presencia en la sucursal). El caso es que todas las mañanas (y cada vez que tengo que salir), un tipo/a con peto naranja me analiza, observa y comprueba que dispongo de la distinción pertinente antes de autorizar mi entrada.
Por las tardes, la cosa se relaja y por tanto el "ejército naranja" pierde efectivos, y cada tarde, cuando salgo, tuerzo a la izquierda y cuando quiero salir del "laberinto de caminantes" tengo que salir del coche para quitar la "jodida" valla (donde cojones estará el "guardavallas" de turno me pregunto).
Hoy que tenía tiempo y ganas, he abordado al "vigilante" que se encuentra enfrente de nuestras cristaleras, preguntándole si no existía algún compañero al otro lado de la trichera (las calle principal la cruzan cada cincuenta metros y en cada una se sitúa un "soldado anaranjado), porque es incómodo tener que bajarse del coche para tener que mover la "dichosa vallita" todas las tardes. El señor, circunspecto, me mira fijamente y me "escupe" con la retórica típica de un "funcionario" (o asimilado) "Perdone, pero nuestra función como fielmente refleja la normativa, se limita a informar a los ciudadanos del proyecto puesto en marcha por el ayuntamiento para peatonalizar la calle Barcelona".
Mierda, me digo, si resulta que el ejército ha tenido adiestramiento locuaz y se arma de leyes para su defensa. Jodidos estamos, pienso, porque no hay peor cosa en esta vida que entregarle a alguien galones y placas. Intento buscar una pregunta, reproche, una queja. Miro a mi adversario y en ese momento noto el sabor de la derrota. Trabaja para el ayuntamiento, lleva peto, gorra, pito y walkie-talkie y aunque yo no lo intuya, es un "agente de la autoridad", un ranger...así que tengo dos opciones, o irme por la mañana y no volver, o comer valla...no vaya a ser que se moleste el "informante", informe a todo el "batallón" y me convierta en un enemigo público....y el caso es que el hombre es el único animal capaz de pagar para que sus semejantes les jodan, eso sí con normativa....

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