La verdad es que se hace raro, ahora que se han acabo mis vacaciones, estar aquí contándolo, pero cierto es que me he pasado muchos días desconectado, y también es cierto que me apetece contarlo. Total, que estábamos en la montaña.
Desayunamos tostadas (en su sartén como Dios manda) con nocilla, aireamos sacos y mantas, reconocí ante la concurrencia lo bello del lugar y decidimos que utilizaríamos el día para dar una vuelta y reconocer la "comarca".
Al subir no pude evitar sentir nostalgia al ver el cartel de "Plan 20 km". Nostalgia, porque allí pasé tres extraordinarios años de campamentos, allí besé a mi primera chica (Conchita de Pedro, para vuestro conocimiento), aprendí a limpiar letrinas, conocí al "Principito", compartí redolos, historias, fuegos, marchas. Bailé "hey Pijo", me deslicé con un chubasquero por la nieve, hice amigos que aún mantengo (todavía me escribo de tanto en cuanto con Irene, que de hecho es madre de una niña). Total que no pude resistir la tentación de ir a Plan.
Y cosas del destino al llegar, a lo lejos un profundo bigote, conocido, era mi tío José. Allí estaba "descamisao" y el fue que nos informó que el camino hacia "Viados" (un refugio cerca del campamento) estaba lo suficientemente transitable como para subir con el coche.
Tira para arriba, y todo el camino eran recuerdos, que me encargué de repetir (imagino que tipo abuelo cebolleta) a Maribel y Carlos que estaban en el coche. Al llegar la esplanada, como siempre, el edificio, Els Posets, pasaron tantas cosas por mi mente...disfruté el momento y me quedo para mí las sensaciones.
Después bajamos a Plan a comer y Martín decidió enseñarme uno de esos secretos que guarda Aragón y que pese a estar 26 años allí no he conocido. Subimos a un pueblo, en lo alto de una montaña, 8 kilómetros de puerto dignos de cualquier gran vuelta. Unas vistas incomparables, una interesante ruta de Ermitas, y una parada divisando el mundo desde arriba. Su nombre, Tella, merece la pena visitarlo.
El día había sido largo, así que tocó descanso. Como al día siguiente, lectura, sol y mucho relax.
Aunque como os comentaba antes, la segunda noche, al meterme en la tienda, tumbado en el colchón, intentando quitarme los pantalones, recordando todavía el lavado "a lo gato", en el aquel momento recordé porque me gustan los Hoteles de muchas estrellas y más lujos. Aunque prometido queda, el año que viene volvemos....
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