Nunca he sido un hombre pegado a una pantalla, nunca he encontrado en la tele nada interesante más allá de tres o cuatro series y contados programas, pero es en este momento que paso muchas horas solo en casa cuando he descubierto que la televisión es tu peor enemigo.
Cada día al llegar a casa es lo primero que hago, enciendo ese pequeño aparato negro, buscando compañía, no dejo de reconocer que es ridículo, pero necesito escuchar algo porque si no se me caen las paredes de esta especie de "zulo" de la calle Barcelona (paradojas tiene la vida dejo Zaragoza para vivir en la calle Virgen del Pilar, y al marcharme de Mataro...).
Pero después de leer correos, mirar las páginas de obligado cumplimiento y ordenar o limpiar cuando creo que toca, me doblego ante la soporífera programación de las cadenas. Es tedioso pasar el dedo por cada botón del mando y saber que nada interesante se aparecerá ante mis ojos. Marujas histéricas criticonas, bailes de salón repetitivos, series sin contenido ni continente , médicos ficticios que juegan a Dios, realitys que muestran las verguenzas humanas y más de lo mismo en cada uno de los números del "cetro del poder".
Siempre me queda esperar que llegue "geometría variable" o mi estimada Terribas, pero incluso ellos tienen días malos...
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