FRÍO

Eran cerca de las ocho cuando caminaba hacía el Bar de Jaime, sitio donde me refugio para tomar café, esperando que las horas corran para poder llegar a casa con el tiempo necesario para no desesperarme en mi exilio.

Andando por las frías calles de Bellver, en la penumbra (parece la L6 hace años con farola si, farola no), el viento arañando mi cara y copos de nieve cayendo como pequeños trozos de papel deshechos. Hace rasca, mucho rasca.

Tras un par de cigarros, vuelta a casa, a disfrutar del sofá, de internet y problemas varios. Es en estos momentos cuando me pienso ¡Qué coño pinto yo aquí!, que cojones hago. Es en estos momentos, más que nunca, cuando deseo abrazar a Maribel, sentir el calor que me falta y dormir, descansar, olvidar.