COSAS QUE PASAN

Aunque hoy está en casa, Maribel lleva días viajando, impartiendo la "doctrina" Puratos por media España, convenciendo a los comerciales de su empresa de que no solamente las "mutaciones genéticas" en forma de polvo que fabrican, no son perjudiciales para el ser humano, sino que además, mejoran la calidad de los productos alimentarios, mis dudas tengo, que aún recuerdo un viaje a Zaragoza con explicaciones varias de átomos, moléculas, aceite y antioxidantes...como pa´confiar vamos.

Bueno, al hecho, el caso es que estos días, que he estado sólo, he debido sufrir el trauma de "la despreocupación supina". La historia se remonta al miércoles de la semana pasada, 6:30 de la mañana, suena el despertador y como buen español apuro cuarto de hora para terminar corriendo para no hacer tarde (esta es una cosa que también nos une). Al baño, duchita con agua bien caliente (otra de mis debilidades), espuma, cuchilla y rasurado de bebe. De ahí a la habitación, con calzones y calcetines puestos (en plan elegante vamos). Camisa, pantalón, cinturón, zapatos y corbata. Vuelvo al baño, un poco de colonia, ya en la cocina un actimel (en época de crisis como esta, utilizamos el sustitutivo Mecadona) y miro el reloj. Las 7, hora de coger la carretera a riesgo de no llegar nunca.

Chaqueta, Abrigo y a la calle. Lo llevo todo, llaves, móvil, tabaco. Última mirada en el coche aparcado enfrente y ¡coño! si no me he peinado. Podéis verme, de punta en blanco, la luz de la mañana y los pelos tipo "bartolo el del pueblo" (sin flauta, menos mal) con el pelo húmedo y "chafao" para delante. ¡Cagüen el copón!, vuelta pa´dentro. En el coche reflexiono sobre mi olvido y lo justifico por la prisa y el hecho de ponerme la corbata en la habitación, sin luz y con el reflejo del espejo. Esa es la razón me digo, no volverá a repetirse.

Lejos de durar aquella lección, ayer mismo, vuelta a empezar, pero esta vez parecía el "gallo kiriko", con cresta imposible al lado, una abuela se cruza (¿donde irá la gente mayor tan temprano? ¿Habrá alguna fábrica clandestina para jubilados?) y me mira, es entonces cuando comprendo. En el coche prefiero no hablar conmigo mismo, visto lo visto no sirvió de nada.