Bien es cierto que me quejaba de mi función "maruja", de tanta lavadora, plancha y darle duro a la mopa, pero fue sonar el despertador ayer a las 6:30 a.m y desear con todas mis fuerzas que sólo se tratara de un sueño y que pudiera estirar mi estancia bajo las sábanas por lo menos un par de horitas, por lo menos...
Desgraciadamente, todo aquello era real. Ducha, afeitado, desayuno express y al coche, antes de que den las 7, porque Barcelona tiene estas cosas, como tardes en salir diez minutitos de nada, en vez de llegar a Rubí a las 7:35, puedes batir records en retraso horario de entrada al trabajo. Y no es poca broma, en esos diez minutos parecen salir coches hasta debajo de las piedras, atasco en la C-60 camino de Granollers, atasco en el desvío de Parets en la Ap-7, atasco en el desvío a Terrassa, Manresa y finalmente para terminar de adornarla, atasco en El Papiol (y de este no te salva nadie, sólo hace falta escuchar la radio y aparece en todas las quinielas).
Y aquí estoy de nuevo en la trinchera, recuperando clientes, solventado problemas y siendo sujeto activo del "jaleo" que hay "montao" por culpa de la jodida crisis. El teléfono que no para, visita aquí, recado allá y vuelta a casa.
Aunque como uno es masoca y le gusta conducir, pues pone el cd de turno, pone el cerebro en opción "Hommer" y cruzo los dedos para que la dichosa entrada a Mataró no se haya convertido en un cuello de botella y me tire media horita para poder llegar a la rotonda que me lleva a casa (a alcalde de esta caótica ciudad lo iba a "coser" a preguntas sobre el misterio de la movilidad en que han convertido los accesos a la capital del Maresme).
¿Y mis cervicales?, pues según el día, bien por la mañana, complicadas al mediodía y castigadas por la noche...y como ya es tarde, me voy a la piltra que las seis y media (o los dos cuartos de siete como aquí se dice) llegan pronto...sed buenos...y gastad poco...
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