
Los dobletes de fiesta en un fin de semana nunca fueron mi fuerte, solía desfondarme el primer día y pasar el segundo intentando sobrevivir a unas constantes vitales que me echaban la culpa de mis excesos.
El viernes salí a dar una vuelta, y juro que fue de lo más inocente, con tres compañeros, primero una cena charlando de lo divino y lo humano, una copa en un ambiente de lo más relajado (con pianista incluído) y una última en una discoteca, cierto es que el trayecto Barcelona-Hospitalet-Badalona-Mataro se hizo largo y eran las cinco cuando me acostaba, pero en mi defensa diré que tampoco fue una noche de desenfreno y lujuria. Pese a eso, Maribel tiró de la manta cerca de las tres de la tarde por mi resistencia a salir de la cama.
Imaginaros si la hubiera liado en condiciones....
Paseo de tarde de sábado con Martina "a corderetas", y a casa de Martín y Eva a cenar, un poco de pizza, y cuando me estaba tomando tranquilamente en el sofá y ensimismado con la tele un whisky con cocacola, a la tía de Maribel se le ocurrió la brillante idea de salir, con la excusa de que nunca hacemos nada diferente. Otra copa, un par de partidas de billar y terminamos de vuelta a casa de mis padres postizos para tomar la última. Como podéis observar, tampoco fue aquello un "desparrame", pero el reloj parecía empeñado en marcar las cinco cuando entrábamos por la puerta de casa.
Así que domingo de sofá y manta, intentando asumir que uno ya no está para estos trotes y pensando que mi mala cabeza había olvidado que el próximo tampoco me daría descanso....¿Sobreviviré a Castejón y Zaragoza?, os mantendré informados....miedo me da...
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